20/1/10

Los presos británicos también se quedan sin música por los derechos de autor

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¿Se imaginan una prisión sin música? ¿Un encierro de muchos años sin el consuelo y el ánimo que a menudo logran transmitir un programa de radio o una canción?

Este es el panorama que tendrán que afrontar, a partir del próximo lunes, los presos británicos.
Según el diario The Guardian, el Ministerio de Justicia británico ha determinado que, debido al elevado coste de los derechos de autor, los centros penitenciarios deberán impedir a partir de la próxima semana que se escuchen emisoras o música en CD en los talleres, las cocinas y las áreas de descanso.

La ley británica de Copyright, de 1988, determina que para poner música en un lugar público hay que pagar la correspondiente licencia.
Por lugar público se entiende todo espacio que sea "fuera de casa", así que de esta prohibición sólo quedan excluidas las celdas, al considerarse el hogar de los presos mientras cumplen condena.
La oposición británica ya ha lamentado que "parece de locos que un prisionero pueda oír la radio en su celda pero no cuando están haciendo algo útil dentro de la cárcel", explica The Guardian.
"En vistas del elevado coste, los recortes financieros en el servicio y la probable percepción de que se gasta mucho dinero en música para reclusos, la decisión ha sido no comprar la licencia", se asegura en un informe interno del sistema penitenciario británico citado por el rotativo.
Las autoridades penitenciarias, por el contrario, sí pagarán para que los presos puedan ver películas de 48 estudios, aunque otras nueve distribuidoras obligan a las prisiones a detallar el uso de cada aparato de televisión para asegurarse que su uso es el correcto.
Los presos británicos, como los peluqueros españoles Esta noticia llega mientras en España perdura el revuelo provocado por la pretensión de la SGAE de cobrar entre 6 y 12 euros al mes a un peluquero de l"Hospitalet por tener un hilo musical en su establecimiento.
Los barberos catalanes están protestando contra esta medida con una irónica campaña en la que piden a sus clientes que se traigan la música de casa.
La SGAE se defiende asegurando que los establecimientos siempre han pagado este canon, a un precio que la asociación considera asequible, por tener hilo musical ("comunicación pública" para la asociación de autores).

Lo que probablemente nadie esperaba es que este tipo de restricciones pusiera en una situación tan similar a presos británicos y peluqueros españoles.

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