Pablo Cabeza
GARA
Los anglosajones siempre son los primeros en poner nombres a las cosas nuevas, quizá porque inventan más o porque son unos artistas apropiándose de todo. Por ejemplo, un reproductor de mp3, ya no se llama así, ahora es iPod (aipod, que dicen los más estirados).
Para los eventos, de toda índole, siguiendo la tradición más clasista, y para diferenciar a unos de otros, se inventaron VIP (pronunciado pijoteramente vi-ai-pí). VIP es el acrónimo de Very Important Person (Persona Muy Importante). ¡Fíjate qué rótulo se ponen algunos del cuello y plenos de orgullo!
Los ibéricos son muy dados a copiar anglicismos sin darles una vuelta. Parece inapropiado, por ejemplo, que en un concierto donde todos son colegas (al menos, eso dicen los músicos), donde hay fraternidad y así, pueda existir un bípedo que lleve un cartel que diga: Soy una persona muy importante. Pues así andamos.
A los ingleses, de un lado y del otro del charco, los promotores locales de conciertos les han copiado todo, pero sin seleccionar ni reajustar, así que en el pack ha ido algo bueno y un mogollón de malo: la intransigencia, la tontería de fotos en las tres primeras canciones, los matones, la sobreprotección al artista, la distancia de éste con «su» público, el si sales no entras, si entras allá tú...
En realidad, ¿quién es un VIP en un concierto (no sólo de rock, sino de jazz, cine...)? Sabemos que es VIPedo, conocemos que tiende VIPerinamente a preguntarse por qué el de al lado también es VIP, que quién es ese para ser igual que yo, si no sabe ni andar... Descubrimos que mira el polo camisero de su vecino VIP pensando que sus colores son más intensos que los de él, qué angustia. Tú, que has fregado y puesto la lavadora más de una vez, sabes que el del polo reluciente está usando VIPexpress nueva fórmula color, pero te lo callas, pa'joder al VIP. También sabemos que es alguien sin criterio o que no lo aplica, pues de lo contrario no se pondría una tarjeta publicitando que él es importante y los demás, de paso, una cagarruta arrugada por el sol.
Cabe entender que, en ciertos eventos, incluso en conciertos (¿cómo serán los VIP del jazz?), pueda haber zonas y diferentes colgantes, pulseras o sombreros, en especial para delimitar zonas de trabajo, pero el VIP no puede colar en una sociedad que se supone dejó atrás la esclavitud hace más de un siglo. No cabe el VIP, por lo estúpido de su nombre ni por su significado: la discriminación. No cabe que tengan una colina para ellos u otro espacio acotado, sea un palco o un balcón. No cabe que puedan salir y entrar (exclusivo) por un lugar especial y los demás no. No se les cachea... EL VIP es el Vicio Internacional del Privilegiado.
Saben aquel que diu: Parece que tengo algo de constipado. Y el otro le diu: ¿Te has dado VIPvaporús?
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