En 1973, Perry empezó a sentirse limitado por tener que confiar en los estudios comerciales para su singular trabajo. La mayoría había sido grabados en Randy’s o en Dinamic Sound, y el hecho de tener que tener puesto un ojo en el reloj a la vez que trabajaba su música suponía una clara distracción. Él y su familia se habían trasladado unos años antes a Washington Gardens, un suburbio a las afueras de Kingston y, un día, mientras permanecía tumbado bajo un árbol en el patio trasero de su casa, tuvo un sueño en el que oía música. Cuando se levantó, pensó que el sueño era una señal y empezó a construir su propio estudio en ese mismo lugar. Cuando estuvo acabado en 1974, pintó las palabras BLACK ARK sobre la puerta, y dijo que de allí saldrían los diez mandamientos del reggae. Para cualquier otro productor esto habría sido un alarde excéntrico; retrospectivamente, Perry estaba siendo modesto. La música que se grabó en el Black Ark durante los siguientes cinco años es absolutamente mágica y proviene de uno de los hechiceros más radicales del reggae.
Manejando su propio estudio, Perry empezó a poner sus formidables destrezas a un nuevo nivel, utilizando la mesa de mezclas como un instrumento más. Los alocados experimentos de los años pasados le abrieron el camino hacia otros más intrincados y terrenales. Como comenta el historiador del reggae, Steve Barrows, «el sonido del Black Ark era como la firma de un pintor en sus lienzos».
El aura del Black Ark empezó a atraer a los mejores artistas de Jamaica, desde veteranos como The Heptones hasta oscuros cantantes como Jah Lion y recién llegados como Dr. Alimantado. Tal era su pasión por la producción que rutinariamente daba a desconocidos una primera oportunidad. Incluso el hijo pródigo Bob Marley retornó junto al Scratch y grabó varias canciones en el Black Ark. Mientras otros estudios tenían a los artistas golpeándose contra un reloj, Perry se mostraba feliz tomándose todo el tiempo necesario hasta encontrar el ritmo apropiado. Una sesión de grabación se asemejaba a una fiesta, porque Perry mantenía abiertas las puertas que daban al patio de cemento para que la gente entrara y saliese mientras él giraba en su silla, aplaudiendo y gritando su aprobación desde la mesa de mezclas. Perry usaba métodos excéntricos como limpiar los cabezales de las cintas con su camiseta y envolver con humo de marihuana los masters mientras giraban, garantizando que la música grabada en el Black Ark tendría una sucia y a la vez mágica cualidad que nunca ha sido sobrepasada.
Usando un equipo realmente simple, Perry era capaz de coger cuatro pistas y hacerlas sonar como ocho o más, descargando varias pistas en una y repitiendo el proceso varias veces. Con una nada avanzada tecnología, Perry se las apañó para crear una gran cantidad de trucos que aún hoy desconciertan a muchos productores. «Solo había cuatro pistas en la máquina» explica Perry, «pero estaba recibiendo veinte del equipo extraterrenal». Discos deslumbrantes y rastafaris de Max Romeo (War inna Babilon), The Upsetters (Super Ape), Junior Murvin (Police and Thieves), The Heptones (Party Time) y The Congos (Heart of the Congos), además de cientos de potentes singles, salieron del Black Ark entre 1976 y 1979, representando un hito dentro de la música jamaicana, reggae en su más elevado y grandioso poder.
Entretanto las cosas se estaban calentando en el estudio de Perry, tal y como estaba sucediendo con el clima político en Jamaica. Los dos partidos de la isla acostumbraban obviar la Corte y hacer valer sus argumentos directamente en las calles de Kingston. Cada parte tenía contratado un servicio de pistoleros que rutinariamente durante las semanas previas a una elección se dedicaban a imponerse en las calles y disparaban a cualquiera que se moviese. Las canciones antiviolencia que profetizaban un Apocalipsis a punto de llegar se pusieron a la orden del día, como «War Inna Babylon» de Max Romeo o «Guide Line» de George Faith y el propio llamamiento de Perry a la cordura, «City too Hot». Nunca había escatimado palabras extremas y metáforas, sus producciones extra terrestres reflejaban a la perfección momento caliente y confuso de la isla en ese momento. En medio de este agitado escenario, el sonido de Perry estaba siendo reconocido internacionalmente. En 1975 el Upsetter se había asegurado una distribución mundial de sus trabajos, al firmar un contrato con Island Records y sus producciones habían atraído la atención de rockeros blancos como Paul McCartney, Robert Palmer y The Clash. Con el mundo acercándose hacia su puerta, el patio posterior de la casa de Perry se estaba volviendo famoso.
A pesar de la música increíble y de las vibraciones mágicas del Black Ark, a finales de los setenta no todo era perfecto en el reino de cemento de Perry. Gorrones y merodeadores le estaban sacando de quicio y haciendo que hacer música fuese cada vez más y más difícil. Las maratonianas sesiones regadas de alcohol y ganja comenzaron a cobrarse su precio. Island Records catalogó algunas de sus más grandiosas grabaciones como «no-vendibles». El Black Ark se convirtió a su vez en objetivo de gangsters locales que pretendían brindar protección a cambio de dinero. Sacar la «mala hierba» fuera de su jardín, de forma educada o de malas maneras no funcionaba; pronto, Scratch empezó a utilizar métodos estrafalarios para desembarazarse de los rastas indeseables y de los rude boys. El Black Ark alcanzó el punto de ebullición, un punto de no retorno para Perry.
El estudio dejó de funcionar en 1979. Quemado física, mental y espiritualmente, Perry se apartó de su estudio. Incapaz de aguantar la tensión, Pauline, su esposa, le abandonó llevándose consigo a los niños. Perry caminaba sobre la cuerda floja, entre fantasía y realidad, y la partida de su familia pareció abocarle al caos. Una nueva y desestabilizada persona surgió y mientras Perry gritaba que todo era un acto deliberado para limpiar la casa, para así deshacerse de la gente que no quería tener a su alrededor, lo cierto es que el estado del Upsetter era motivo de preocupación. Visitantes y periodistas llegaron al Black Ark y se encontraron a Perry pelando bananas, comiendo dinero y escupiendo largas y violentas diatribas.
Perry gastó mucho de su tiempo destruyendo el Black Ark, cubriendo lo que una vez estuvo decorado con vivos murales, con graffitis extravagantes y manchones de pintura negra. Había bobinas de grabación esparcidas por el suelo y el equipo de grabación había quedado inutilizado debido a los daños causados por las goteras sin reparar del tejado. El una vez orgulloso estudio era ahora poco más que una chatarrería.
En abril de 1979, Perry recibió la visita del empresario Henk Targowski, dueño de la compañía de grabación y distribuidora Black Star Liner, con sede en Holanda. Targowsky quería distribuir el material de Lee Perry, aunque no contaba con lo que encontró en el Black Ark. Junto con algunos socios, Targowsky decidió emprender una operación de salvamento, intentando restaurar el orden en el estudio. Financiado por la Black Star Liner, el trabajo de reconstrucción progresó a través de 1980, y un nuevo equipo fue comprado e instalado. Junto con una abigarrada cuadrilla de músicos de estudio europeos, el Scratch grabó erráticamente el que con el tiempo se convertiría en el disco «Return of Pipecock Jackson».
En la primavera de 1980, sin embargo, el proyecto de restauración fue abandonado y el equipo de Black Star Liner dejó la isla. Lo que fuera concienzudamente reconstruido en el pasado año fue de nuevo desmantelado y destruido por Perry.En 1981, el Upsetter dejó Jamaica y estuvo un tiempo en Nueva York, actuando en vivo con una banda reggae llamada The Terrorist. Grabaron juntos unas cuantas canciones, pero su relación no perduró. Perry empezó entonces a trabajar con otra reggaeband neoyorquina, The Majestics. Lograron unas cuantas actuaciones notables, la más destacada teloneando a The Clash en junio de ese mismo año. Perry regresó a Jamaica y poco tiempo después, The Majestics viajaron a la isla para grabar un respetable disco en los Dynamic Studios: «Mystic Miracle Star». Parecía que después de dos años de confusión, Perry estaba retornando a la cordura. Sin embargo, el desastre estaba justo en la esquina.
Una mañana de 1983, el Black Ark fue destruido. El fuego se expandió en el interior de la estructura de cemento, la temperatura dentro se volvió tan intensa que el propio suelo se levantó. El estudio, el origen de alguna de la música más potente jamás grabada, quedó en ruinas. «El Black Ark era demasiado negro y demasiado terrorífico», explica Perry, «Aunque también yo soy negro, tuve que destruirlo para salvar mi cerebro. Era demasiado negro, quería devorarme».
La llameante destrucción del Black Ark se ha convertido en un punto focal de los rumores que rodean al Upsetter. Aunque Perry ha dicho en varias ocasiones que fue él quien prendió fuego al estudio intencionadamente en un arrebato de frustración, en realidad el Black Ark no se vino abajo de un cataclismo, sino a través de una serie de quejidos. Es improbable que nunca sepamos la causa exacta del fuego -tanto si fue obra de Perry como si fue causado por un problema eléctrico- aunque lo cierto es que la destrucción del Black Ark fue completa.
Perry estuvo tres días en la cárcel acusado de incendio premeditado, pero no tardaron en ponerle en libertad. No obstante, no tenía a donde ir.
Con su vida en Jamaica literalmente en ruinas, Perry pasó los siguientes años en el exilio, la mayoría de ellos en Inglaterra. A pesar de que el trabajo realizado con los Majestic marcaría las directrices para muchos de los subsiguientes trabajos que firmaría a lo largo de la década, durante ésta época Perry lanzó grabaciones erráticas de escasa repercusión. Como el ridículo álbum «History, Mystery, Prophecy» grabado y publicado en 1983 en Island, momento en el que la vacilante relación con el sello se desmoronó al maldecir Lee Perry a Chris Blackwell, dueño de Island, tachándole de vampiro y responsabilizándole de la muerte de Bob Marley. En 1984 conoció a Neil Fraser, más conocido como Mad Profesor, comenzando entonces una duradera colaboración que perdura hasta hoy. Trabajando con bandas de estudio de Londres, Perry comenzó a actuar en vivo, grabó «Battle of Armagideon (Millonaire Liquidator)». Un disco lleno de corrientes ocultas y sorpresivas, que sonó reflejando la nueva situación de Lee Perry: después de años de confusión, el Upsetter estaba listo para mezclar de nuevo.
El año siguiente, Perry se unió al el productor inglés Adrian Sherwood para grabar juntos el oscuro y extenso «Time Boom X De Devil Dead». Trabajando con la banda de estudio de Sherwood, Dub Syndicate (en cierto modo, una versión moderna de los Upsetters), Time Boom fue un salto atrás digital hacia los gloriosos días de Perry en el Black Ark. El pesado estilo de producción de Sherwood -que recordaba al estilo del propio Perry- captó las vibraciones del Upsetter a la perfección. En 1990, Perry y Sherwood formaron equipo de nuevo para el fantástico «From the Secret Laboratory», uno de los mejores trabajos que Perry ha hecho desde los días del Black Ark. La fuerza de esos dos discos pusieron de nuevo al Upsetter en el buen camino. En 1989, Perry dejó de rodar por el mundo y se trasladó a Suiza con su nueva novia, Mireille Ruegg, una astuta mujer de negocios que se convirtió en manager del Scratch. Lejos de la incertidumbre, el temor y los embustes de la escena musical jamaicana, Perry se ha terminado convirtiendo en un feliz hombre de familia. Ha sido padre de dos hijos con Mireille, un niño llamado Gabriel y una niña llamada Shiva. A mediados de los noventa, Perry trabajaba en la creación de un nuevo estudio en los sótanos de su casa de Zúrich, llamándolo el «White Ark» -su «laboratorio secreto» al que «ninguna persona ha entrado antes» (bien, a no ser que su mujer esté poniendo la lavadora).
Veinte años después del apogeo del Black Ark, el mundo del reggae presenció como una nueva ola de fans se acercaban hasta la música del Upsetter, un giro que no muestra signos de decaer. Encabezada por la excelente retrospectiva de los Beastie Boys en su fanzine Grand Royal en 1996, fans y críticos han estado de igual modo destacando la música de Lee Perry y le han hecho famoso de nuevo. Las compañías no ha tardado en reaccionar ante el interés que Perry estaba generando de nuevo y han sido reeditadas una gran cantidad de sus producciones, entre las que destaca el maravilloso «Arkology» editado por Island en 1997, una antología de grabaciones realizadas en el Black Ark, cuidadosamente preparada durante largo tiempo por sus admiradores Steve Barrow y David Katz. En abril de ese mismo año, Perry sorprendió a todo el mundo realizando dos delirantes actuaciones, con todas las entradas agotadas, en San Francisco -fueron sus primeros shows en EEUU en más de quince años- y, en junio, actuó interpretando el papel de anciano hombre de estado en el festival alternativo Free Tibet en Nueva York. Comenzó una extensa gira por Estados Unidos y Europa, mientras las reediciones continuaron apareciendo a lo largo del año, durante el resto de la década y en el nuevo siglo. Este es el retorno del Super Ape…
En junio del 2000 fue publicada la monumental biografía de Lee Perry People Funny Boy: The Genious of Lee Scratch Perry, escrita por David Katz. Tras más de diez años preparándola, en ella nos ofrece una narración sin precedentes de la vida y trabajo de Perry. En las palabras del propio Upsetter acerca de sí mismo, «Yo soy la mitad. La mitad que nunca antes ha sido contada».
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