Gontzal Bilbao España representando al grupo Ama Say
«Gritar hasta que la garganta sangre./ Luchar hasta agotarte./ Sentir para vivir»
Domingo lluvioso y desayuno agrio. Joder, cómo está el mundo. Resulta que el Gobierno vasco le suelta a un único representante de la cultura vasca una burrada de pasta para que vaya vendiendo por ahí, lo que algunos quieren convertir en la cultura oficial vasca.
Como siempre, en medio los de siempre, el pueblo, impasible a «memeces ridículas». Hostias, con la que esta cayendo en estos tiempos de crisis, como para preocuparse de chorradas de que si los políticos se corrompen, si son oscuros, si los amigos de mis amigos son sólo amigos míos, si el caciquismo en pleno siglo XXI sigue vigente. En fin, «de tonterías» de las que se deberían preocupar los políticos, que para eso les pagamos y encima se lo cobran.
Lo ocurrido no es ni más ni menos que lo que está pasando en esta dormida y apoltronada sociedad vasca que ya casi ni siente ni padece. Es intolerable que se dirija tanto montante de dinero a una persona. Hay que tener en cuenta que precisamente la riqueza de una cultura se basa en su pluralidad creativa, donde la amalgama de estilos y enfoques artísticos la hace mucho más poderosa e interesante.
Nosotros, como músicos, tenemos mucho que decir y debemos hacer ruido para empezar a despertar. El conformismo es lo que les interesa. Hay que molestarles y hacerles que se sientan ridículos entre nosotros. ¿Por qué iban a estar dispuestos a subvencionar una corriente de opinión mucho más plural y que englobe opiniones contrarias? Visto lo visto, de nuestros políticos no podemos esperarlo.
Cuando el dinero público entra por la puerta, la libertad creativa salta por la ventana.
Cuando el dinero público entra por la puerta, la libertad creativa salta por la ventana.
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