Del txistu a la telecáster. Crónica del Rock Vasco. Elena López Aguirre. Ediciones Aianai (1996). 238 págs.
Ambicioso proyecto el que quiso llevar a cabo Elena López (ex guitarrista de Potato y coautora también de Hertzainak, la confesión radical- ver crítica en entradas anteriores) y que se quedó bastante corto en algunos aspectos, aún así, me gustó mucho cuando me lo pillé en su día. Según lo que pude leer en la época en que salió, el libro en un principio iba a ser concebido como la historia o biografía exclusiva de los Cicatriz, pero las seguidas y repentinas muertes de los componentes del grupo a mediados de los 90 hicieron variar el rumbo de la obra. De hecho, el título viene por una frase que soltó Natxo Cicatriz en el 85, cuando en una entrevista le preguntaron acerca de los festivales que organizaba HB por entonces, los llamados Martxa eta Borroka. Natxo dijo que eran un montaje para sacar votos de la juventud punki y que querían cambiar el txistu (especie de flauta muy común en el folklore vasco) y el tamboril por la telecáster (mítico modelo de guitarra eléctrica). Es por ello quizá que Cicatriz se lleva la palma en cuanto a apariciones, siendo además éstas las más jugosas de todo el libro. Pues bueno, hablar de una crónica del rock en Euskadi, con los 80 de por medio, es hablar por fuerza de punk, de mucho punk. Las barbas se fueron afeitando y las melenas recortando por delante. Estamos a finales de los 70. El rock llegaba y arrinconaba al folklore y los cantautores. En una Euskadi como siempre tan politizada, el rock al principio se veía desde ciertos sectores como una especie de invasión imperialista que atacaba al folklore tradicional de la tierra. Poco a poco la revista Muskaria pasaría de hablar de cantautores o el Donosti Sound a ir hablando de rock y grupos punks. De repente comenzaron a salir bandas por todas partes (Zarama y Eskorbuto en Bizkaia; Odio, RIP, Cirrosis y Basura en Gipuzkoa; Hertzainak, Cicatriz en La Matriz y La Polla Records en Álava…), sellos nuevos y otros que se reconvertían, fanzines, radios libres, gaztetxes… y ello trajo buenas dosis de rebeldía, desobediencia… pero también mucho desfase con el tema de las drogas y la maldita heroína. Más tarde surgiría la etiqueta de Rock Radical Vasco, el suplemento musical del diario Egin llamado Bat, bi, hiru y los Martxa eta Borroka organizados por Herri Batasuna. Eskorbuto se desmarcaron rápidamente, Cicatriz después de las declaraciones de Natxo anteriormente comentadas. La cosa tiró adelante y todo el mundo que siguió sacó réditos según un interés u otro. Después de repasarme este libro y los dos de Hertzainak y Zarama, me doy cuenta que todos traen pasajes en sus páginas bastante similares. Es en esencia lo mismo pero explicado desde diferentes ángulos. La cosa podría haber dado para muchísimas páginas más pero lo dicho, está interesante aunque no profundice en muchos temas. Se echan en falta quizá algunas fotos y sobre todo, un índice onomástico pues se habla de mil grupos… Al final encontramos una lista de bandas y unas cuantas letras de canciones emblemáticas del rock vasco. Como pasa con el de Hertzainak, creo que está descatalogado desde hace tiempo y no sé si aún existe la editorial (por la red no aparece nada).
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