I. GorritiSi los historiadores y estudiosos consideraban las canciones de la Guerra Civil un tema menor, el periodista Iñaki Berazategi (Bilbao, 1951) lo ha hecho mayor. El vecino de Larrabetzu lo dignifica. A día de hoy, compila más de un millón de caracteres de investigación escrita al respecto, tesoro que podrá heredar la sociedad cuando vea la luz en formato de libro. Su legado musical sobre esta temática alcanza las 800 grabaciones entre originales y versiones. Solo de La Internacional suma 120 referencias. "Ni siquiera en fechas recientes y al amparo del proceso de recuperación y reconstrucción de la llamada memoria histórica se ha hecho ningún esfuerzo en este sentido", subraya Berazategi.
Las referencias bibliográficas sobre el tema son casi inexistentes y "las pocas que hay abundan en errores y su alcance es muy limitado". A juicio del periodista, solo en fecha muy reciente las bibliotecas y archivos han comenzado a guardar y clasificar documentos sonoros, de manera que, "salvo valiosas excepciones", pueden darse por perdidas la mayoría de las grabaciones del periodo de la II República y la Guerra Civil, "especialmente aquellos discos y grabaciones que tenían connotaciones republicanas y antifascistas", lamenta. Durante el último lustro, Berazategi ha tratado de dar forma y coherencia a la información sobre el objeto de su investigación, que se encuentra "dispersa y fragmentada en libros, documentos y publicaciones periódicas de todo tipo".
Al mismo tiempo, ha conseguido reunir un fondo compuesto por ocho centenares de grabaciones sonoras de las canciones de la II República, la Guerra Civil y la resistencia antifranquista. "Por su rareza, buena parte de estas grabaciones pueden ser consideradas auténticas piezas de museo". Entre estas historias figura la de la primera versión conocida de La Marsellesa en euskara, impresa en 1848 y obra del escritor Jean Baptiste Artxu. También existen tres versiones conocidas de La Internacional en euskara, la primera de ellas del año 1932. La letra en euskara más conocida de este himno proletario "se atribuye erróneamente a Gabriel Aresti". Berazategi matiza que el error se debe a que el escritor de Abando tradujo al euskara la primera estrofa del himno de Pottier y Degeyter, "aunque el texto de Aresti, que aparece publicado en sus Obras Completas, es diferente al conocido como Zutik, lurrean kondenatu!".
El experto ha descubierto a su vez una grabación de Gernikako Arbola registrada en 1912 y que se encuentra pendiente de restauración y posterior digitalización. "El himno de Iparragirre resulta especialmente significativo si se tiene en cuenta que durante la Guerra Civil tuvo la consideración de himno oficioso tanto entre los republicanos como en el bando franquista, ya que formaba parte del acervo musical del carlismo", ilustra.
Entre otras, atesora la grabación más antigua que se conserva de La Internacional, grabada en 1899 por el barítono luxemburgués Henri Weber; otra de La Marsellesa, obra de 1918 por la soprano francesa Emma Calvé; varias versiones del Himno de Riego, tanto instrumentales como cantadas; una curiosa versión instrumental de La Internacional realizada por los nazis en 1936 por la posible participación de la Unión Soviética en las Olimpiadas de Berlín. También destaca la primera grabación del Euzko Gudariak realizada en Barcelona en 1938 y otra grabación histórica de este himno interpretada en 1942 en Nueva York por un cuarteto formado por el lehendakari José Antonio Aguirre, Telesforo Monzón, el burukide José Mari Lasarte y Antón Irala, secretario y hombre de confianza de Aguirre.
La CNT cuenta con un "riquísimo cancionero", así como ANV. Berazategi destaca también un "cha-cha-chá antifranquista cuyo protagonista, un cura vasco, atenta contra Franco y le mata dándole una hostia… envenenada". El también locutor de radio dedicará un capítulo en su libro al Oriamendi carlista y al Cara al sol falangista, "en atención a sus orígenes vascos".
La primera tuvo la letra original en euskera y la segunda era el Amanecer en Cegama, de Tellería, con la letra escrita durante una comida en el restaurante Hor Konpon de Madrid: "Comiendo bacalao, con sidra y con el pedal lo escribieron el propio Tellería, Primo de Rivera, Sánchez Mazas... con el fondo de simbología vasca del local".
Su estudio está plagado de curiosidades tales como el hecho de que la entrada de La Internacional al Estado se produjo a través de Bilbao. Con letra de 1871 y música de 1888, esta partitura ya formaba parte del cancionero del Orfeón Socialista de la capital vizcaina. En el periódico Lucha de Clases aparecía entonces un anuncio señalando un "nuevo todavía desconocido". Su eclosión fue "hacia 1910". La Internacional y La Marsellesa cuentan con la misma métrica. Esta última llegó a ser el himno oficial bolchevique.
La letra del Euzko Gudariak data de 1932, aunque la música es anterior y se utilizaba como doinua de los bertsolaris. Los versos fueron escritos por José María de Garate, presidente del EBB del PNV, al regreso de una salida montañera a Aralar. Durante la Guerra Civil, Alejandro Eizmendi le añadió la estrofa final. Berazategi relata otra curiosidad, esta vez relacionada con José María Iparragirre. Antes de que el músico compusiera el Gernikako Arbola, fue detenido en su exilio en Francia durante la Revolución de 1848 por encabezar una manifestación cantando La Marsellesa. Fue expulsado y comenzó una gira europea. En 1853 fue indultado y retornó a Euskadi. Ese mismo año compuso el famoso Gernikako Arbola.
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