Arnau Monterde (Periodico Diagonal)
Centro Social Seco
Hace ya casi un año que, desde la Oficina de Derechos Sociales del Centro Social Seco y de la mano de los integrantes del grupo Aire y Humo y Nko, se montó en el Centro Social Seco un espacio dedicado al rap, un lugar que en la actualidad reúne seis MC de Madrid, Dakar y Bogotá. En el último año, se han dinamizado encuentros de graffiti, una jornada de rap con charlas y micro abierto, un homenaje al break y la old school madrileña de la mano de Spanish Robots y Breaker- Lovers. El espacio está en una situación incipiente, pero en la actualidad, en torno al Centro Social Seco se agrupan el rapeadero, las clases de funky y los sábados de batallas, en las que están apuntados 20 MC que se batirán con audacia e imaginación con las mejores rimas que se puedan alumbrar bajo el Puente de Vallecas. El objetivo de todos estos espacios es agrupar un pedazo de la cultura hip hop en torno a sus valores más propositivos y mestizos, teniendo siempre un horizonte de creación positivo y combativo.
Patio Maravillas
Los miércoles y viernes a partir de las 20 horas participan en este espacio personas a titulo individual y algunos grupos de rap. En la actualidad asisten un grupo numeroso de chavales migrantes de distintos orígenes que residen en el barrio. Cuenta con un espacio de formación y con otro de expresión y micro abierto. Se realizan talleres con monitores especializados invitados en Beat box, DJ, break dance, graffiti, etc. Con ellos se trabajan los contenidos de las letras, los temas sobre los que desean hablar, y se realizan asambleas sobre cómo autogestionar este espacio y sus recursos. Se han organizado varios conciertos y hay diversos proyectos pendientes, como la realización de una maqueta. El rapeadero surge del proyecto del Patio Maravillas, a partir de las inquietudes de algunos chavales del barrio y desde la Oficina de Derechos Sociales, que valoró la necesidad de procurar espacios que incluyeran la participación de los jóvenes dentro del centro social. Un proyecto común contra la cultura del consumo y del individualismo, que toma como señas de identidad el encuentro y el aprendizaje colectivo y autogestionado. En concreto, se propone el hip hop como herramienta creativa y como mecanismo de denuncia sobre la situación de los barrios que habitan los jóvenes. Así, se materializan cuestiones sociales que de otra manera serían invisibles, como el racismo, la explotación y la violencia. Con ello, se pretende hacer frente a tres de los fenómenos estructurales de precarización presentes en la ciudad de Madrid: la falta de espacio, la segmentación racista y las carencias materiales e inmateriales de los jóvenes, para ofrecer una alternativa que permita liberarnos de la condición de individuos pasivos y convertirnos en sujetos transformadores y protagonistas de nuestra realidad.
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