Gessamí Forner
Tiene 49 años y una larga melena que doma con pañuelos. Se le conoce por el apodo de ElDrogas y es el cantante de Barricada. Pero el mundo intelectual, reconoce Enrique Villareal, "tampoco se libra" de la desigualdad entre hombres y mujeres. Con pareja y dos hijos ya crecidos (la chica tiene 12 años, el chico 22), cruza los dedos con temor y se pregunta: "¿Habré sido capaz de educarles bien?". "La educación es la principal raíz del machismo", asegura. "El segundo componente es la falta de empatía que tienen tantos hombres", indica. "Para un hombre la vida es más fácil y cómoda. Hasta que se le complica y, debido a los valores que le han inculcado, no sabe ponerse en el lugar del otro. Que se den cuenta de cuando han cruzado la raya es complicado, porque actúan poco a poco e inconscientemente", indica sobre la violencia machista. La situación acaba por minar a las víctimas, a quienes "debemos seguir apoyando para que denuncien", sin olvidar tampoco que "debemos seguir exigiendo a las instituciones y organismos un mayor seguimiento de las mujeres agredidas, con más pisos, con más ayuda y con más protección, porque recoger una denuncia en el juzgado no es suficiente". Y con su capacidad de empatizar, también encuentra un hueco en su reflexión para los hombres que maltratan: "Violación, castración. ¿Y ya está? Hay que reeducar, atenderles a ellos también". Por suerte, Villarreal nunca ha tenido que enfrentarse cara a cara con un agresor. Pero si se diera el caso, "no me gustaría intervenir sólo con la fuerza física para salvaguardar la integridad física de la mujer, como si fuera un Superman, sino que me gustaría hablarle, hacerle entrar en razón".
La primera vez que percibió la desigualdad entre hombres y mujeres fue cuando su cuadrilla pasó de ser masculina a mixta. "Quedábamos en un local para cenar y siempre cocinaban ellas, nosotros poníamos la mesa". Un recuerdo culinario todavía más antiguo proviene de su adolescencia: "Para cenar me hacía una tortilla, no llegaba a más, y para comer era mi hermana quien se lo curraba". En casa, recuerda, eran las hijas quienes aprendían a cocinar. Y esas diferencias las arrastra todavía hoy. "Es mi pareja quien se ha ocupado del día a día de la casa y de los hijos. Siempre me he interesado por su educación, pero al final ha sido ella la que ha asistido a casi todas las reuniones de la ikastola, la que más ha limpiado y la que más ha cocinado". Y no sólo eso, Villarreal también es capaz de reconocer que la desigualdad empieza con pequeños usos del vocabulario, "cuando se te escapa un ¿te ayudo a limpiar? No se trata de ayudar a tu pareja, la casa es de los dos, como la responsabilidad".
No hay comentarios:
Publicar un comentario